Por Jorge Atton Hace una semana la prensa internacional difundía el acuerdo entre Telefónica y Vodafone para compartir en Reino Unido su infraestructura de telefonía celular e Internet móvil. Utilizar los soportes que cada empresa ya posee, eliminando los duplicados, y desplegar 18 mil nuevos emplazamientos comunes, manteniendo cada compañía el control de su espectro y servicio. El anuncio sorprendió a los “analistas” porque son dos gigantes que compiten ferozmente en Europa por cada cliente. La explicación de las empresas fue simple: esta estrategia les permitirá adelantar en dos años – de 2017 al 2015 – el despliegue de 4G para el 98% de la población; ahorrar millones de dólares en fierro y cemento; aumentar en 40% el acceso a nuevos emplazamientos para cada operador y, todo ello, por el solo hecho de compartir la inversión y la infraestructura. Esta tendencia demuestra cómo los actores de una Industria pueden maximizar sus beneficios, ahorrar costos de inversión y operación a largo plazo y expandir sus servicios a más usuarios con mejores precios, colaborando sin dejar de competir. Economistas llaman co-ompetencia a esta tendencia, es decir, colaborar y competir. En la Industria móvil la co-ompetencia se manifiesta en la compartición de infraestructura, que no solo es buena para las empresas, también para el país, porque los ahorros en tiempo y recursos permiten bajar tarifas, expandir más rápido la cobertura de nuevos servicios y acotar al mínimo la intervención del espacio urbano. Desde la política pública, la SUBTEL impulsó el 2010 un cambio legal para consolidar este modelo en Chile, porque vimos la oportunidad real de innovar, recuperar el liderazgo y acelerar la reducción de la brecha digital, tareas que nos entregó el Presidente Sebastián Piñera al asumir este mandato. Introducir los operadores de infraestructura, la compartición de torres en la nueva Ley de Antenas y la neutralidad de red, fue nuestra apuesta modernizadora de las telecomunicaciones para el siglo XXI, donde la convergencia tecnológica y de servicios expresada en la comunión fijo-móvil y de Internet-Televisión, marcan el sello de un nuevo paradigma de tres capas: infraestructura, servicios convergentes y aplicaciones. Muchos no entendieron la importancia de cambiar el modelo industrial de las telecomunicaciones para recoger este cambio de paradigma. Aún hoy se escuchan “especialistas” con juicios trasnochados que miran esta Industria con la lupa del siglo XX, augurando que la compartición de torres subirá los costos de las empresas móviles. Irrisorio. Son los mismos que pronosticaban que el desbloqueo de terminales subiría los precios de los equipos. En 12 meses, los teléfonos móviles, especialmente smartphones, han bajado 39,4% según el INE. Nada supera la competencia abierta y la colaboración. Es el cambio tecnológico que pasa por encima, tan rápido que no se visualiza que el futuro de la competencia se juega no en cuanto fierro y cemento acumula un operador, se juega en la convergencia tecnológica y calidad de servicio, en la innovación y en la eficiencia de la gestión empresarial para ofrecer menores precios y mejores prestaciones. La compartición de infraestructura es el modelo y el camino. En Chile supimos anticipar el modelo basado en la co-ompetencia y la calidad de servicio en nuestro marco regulatorio, que en los países desarrollados se materializa hoy de la mano de los grupos empresariales más que de la legislación. La competencia por calidad de servicio ha sido otro eje de nuestra política pública. El enfoque: empoderar a los usuarios, transparentar los mercados, eliminar las barreras de entrada a nuevos competidores, terminar con amarres a los consumidores, proveer mayor y mejor información a las personas para que elijan bien. No hay mejor juez que el usuario cuando puede comparar de verdad entre empresas, cuando puede elegir con plena libertad la mejor opción para sus intereses y cuando el Estado fiscaliza que las reglas del juego de la libre competencia se cumplan de verdad. Chile tiene hoy un entorno regulatorio privilegiado para que la inversión siga creciendo en el largo plazo, para que nuevas tecnologías como 4G se expandan y para que los usuarios obtengan calidad de servicio. Chile cambió y el nuevo mundo de las telecomunicaciones, convergente, ya está en marcha. Es tiempo de hacernos cargo de este cambio. |
Co-ompetencia y Calidad de Servicio: nuestra política modernizadora en telecomunicaciones